“Lo que no puede verse ni decirse
el arte debe mostrarlo”.
Ludwig Wittgenstein
En el marco de los actos realizados por el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia , se presenta en el Centro Político Cultural Balvanera la muestra Tyto Alba, modelo ´76 de Clara Hecker.
Uno de los principales interrogantes que surge al momento de abordar la historia reciente de la última dictadura es cómo representar aquello que falta, lo que ya no está y es invisible a los ojos, ¿cómo abordar ese pasado traumático cuyas consecuencias son aún hoy palpables? Podemos pensar la obra de Clara Hecker en el marco de las producciones realizadas en los últimos años por una generación de jóvenes que se sirven de la experiencia estética como forma de resistencia, como espacio para el duelo y la reflexión. Y llevan a cabo año tras año nuevas estrategias para la memoria, la irrevocable perseverancia contra el olvido y el silencio.
La obra de Clara Hecker se configura a partir de una ficción que la artista construye y en la que relaciona a la lechuza común de campanario (Tyto Alba) con el aparato represivo desplegado por la dictadura militar contra la sociedad civil en la década del ´70. Esta síntesis da como resultado “una máquina en la que se funden la anatomía y hábitos de la lechuza con los mecanismos de control, persecución, secuestro, tortura y desaparición de personas instalados sistemáticamente durante el Proceso”.
Es a partir de la ausencia de esos cuerpos que esta obra toma forma. Bolas de ropa en el centro de la sala, ocupando el espacio, flotando en el aire. Pelotas imperfectas de las que asoman puntas de zapatillas, jeans gastados por el uso y el paso de los años, una corbata que cuelga y se mueve con el transitar de los visitantes. Son las “egagrópilas”, ese resto que no pudo ser digerido por la maquinaria letal. Objetos reales, palpables, con peso y presencia, interpelando nuestra mirada.
La obra moviliza, conmueve pero da lugar también a la reflexión, a la observación minuciosa de unos objetos hallados en las egagrópilas, los cuales son expuestos y catalogados individualmente en bolsas Ziploc. Fotos rotas, documentos, anotaciones con direcciones y teléfonos, anteojos, un peine, un espejo roto, un boleto de colectivo, una muñeca y mucho más. Es a partir de estos objetos, de estas huellas visibles, que reconstruimos identidades. Nos remontan a momentos vividos e historias interrumpidas. Ante la desaparición y la falta de certezas, la imaginación emerge en esta obra para recrear una ficción, esta alegoría que es Tyto Alba, y que nos enfrenta directamente con aquello de lo que no se habla, con lo real de la ausencia.
Por Victoria Dursi,
© BALVANERA CPC